Hoy Miércoles de Ceniza, comienza la Cuaresma. Es el tiempo litúrgico de la iglesia que termina con el misterio de la Pascua de Jesús, signo crucial de nuestra vida de fe que distingue nuestra creencia: Jesús venció la muerte.
En su mensaje para esta Cuaresma 2023, el papa Francisco, como siempre, nos regala palabras profundas que podemos usar para vivir este tiempo en sintonía como iglesia. Luego de repasar el modo en que Jesús vive su “transfiguración” en el monte Tabor en compañía de Pedro, Juan y Santiago, Francisco nos indica dos caminos para este tiempo: Escuchar a Jesús y prepararnos conscientemente “para vivir la pasión y la cruz con fe, esperanza y amor, para llegar a la resurrección”.
Y a Jesús, dice Francisco, se le escucha principalmente a través de su palabra en los evangelios, pero también “el Señor nos habla a través de nuestros hermanos y hermanas, especialmente en los rostros y en las historias de quienes necesitan ayuda. Pero quisiera añadir también otro aspecto, muy importante en el proceso sinodal: el escuchar a Cristo pasa también por la escucha a nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia; esa escucha recíproca que en algunas fases es el objetivo principal, y que, de todos modos, siempre es indispensable en el método y en el estilo de una Iglesia sinodal”.
El segundo camino que nos sugiere el papa es “no refugiarse en una religiosidad hecha de acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo a afrontar la realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones. La luz que Jesús muestra a los discípulos es un adelanto de la gloria pascual y hacia ella debemos ir, siguiéndolo “a Él solo”. La Cuaresma está orientada a la Pascua. El “retiro” no es un fin en sí mismo, sino que nos prepara para vivir la pasión y la cruz con fe, esperanza y amor, para llegar a la resurrección”.
Ambos caminos, dice el papa Francisco, en actitud de “ascesis cuaresmal” (de ascetismo), nos ayudarán a llegar a la meta que no es más que la de la transfiguración personal y eclesial. Para eso, insiste, el momento sinodal que vive la iglesia es vital, pues: “A Jesús hemos de seguirlo juntos. Y juntos, como Iglesia peregrina en el tiempo, vivimos el año litúrgico y, en él, la Cuaresma, caminando con los que el Señor ha puesto a nuestro lado como compañeros de viaje. Análogamente al ascenso de Jesús y sus discípulos al monte Tabor, podemos afirmar que nuestro camino cuaresmal es “sinodal”, porque lo hacemos juntos por la misma senda, discípulos del único Maestro. Sabemos, de hecho, que Él mismo es el Camino y, por eso, tanto en el itinerario litúrgico como en el del Sínodo, la Iglesia no hace sino entrar cada vez más plena y profundamente en el misterio de Cristo Salvador”.
La Cuaresma son los 40 días previos al Triduo Pascual (muerte y resurrección) y comienzan con el rito del Miércoles de Ceniza. Se acaban los carnavales y comienza un tiempo de austeridad espiritual y física.